jueves, 13 de agosto de 2009

El caracol. Parte 3

Un gran ruido lo despertó de repente y al abrir lentamente los ojos no supo donde estaba, se vio de pronto en una celda de prisión - ¿qué hago aquí? – Pensó, - ¿ahora qué hice? -; realmente no recordaba nada de lo acontecido el día de ayer y solo tenía recuerdos de pequeños instantes de lucidez. Recordaba ese domingo que encontró a Beto en la esquina y este le invitó una chela, y así se la pasaron ese día, tomando sí, pero sin molestar a nadie, además era su dinero y con él podía comprar lo que quisiera, a nadie le pedía, por eso se chingaba todos los días en la chamba, para darse sus gustos y cual era el pedo.

Pero ahora sin saber como, estaba ahí encerrado, crudo, con un chingo de frío, sin dinero y sin saber en donde estaba y porqué. Intentó calcular que hora era pero era imposible, la celda era un cuarto totalmente cerrado, tenía una puerta grande de metal, oxidada y con una pequeña ventana en la parte de arriba, donde alcanzaba a entrar un poco de luz de un foco, que seguramente había en el corredor, estaba la puerta en el lado derecho de la celda y en ambos lados de la celda había unas bancas de concreto como de unos 50 cms. de alto y una de ellas hacía de cama para un hombre que al parecer llevaba más tiempo encerrado que él, al fondo del lado derecho de la celda había un baño sin puerta y al parecer llevaba varios días sin que lo asearan por que el olor que salía de ahí llenaba todo el lugar haciéndolo más insoportable y húmedo.


Se acercó a la puerta y grito – ¡Hey! Cabrones déjenme salir – y comenzó a patear la puerta y el hombre que estaba durmiendo se incorporó de un salto y le reclamó – mira hijo de tu puta madre, sino te callas te voy a partir todo el pinche hocico, pareces puto gritando, como si te hubieran traído por buena gente ojete - , al voltear para ver a este sintió un fuerte puñetazo en la boca del estómago que al instante doblaron sus piernas por el dolor y la falta de aire y se quedó agachado intentando en vano llenar los pulmones.

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