lunes, 10 de agosto de 2009

El caracol.

El caracol.


Esa mañana Raúl se levanto antes del amanecer, sin embargo sus ojos se resistían a estar completamente abiertos, estiró los pequeños brazos, y salio con rumbo al monte, pasando primero por el rebaño de borregos, a casa de su tío Benito. Empujo el zaguán, que chillo pesadamente, como si también hubiera sido despertado de su sueño, y se dirigió al corral. Comenzó a azuzarlos para que salieran en un desorden de brincos y balidos, así era como ellos saludaban al nuevo día.


Una densa neblina cubría el ambiente, la temperatura era agradable sin tanto frío como en diciembre. De entre la pastura podía verse un vaho saliendo del interior, era como si ella también respirara y ese olor... podía sentirse de tal forma que resultaba realmente agradable el aspirar y sentirlo tan dulcezon, una mezcla producida por la transformación de hierba ayer tan verde y llena de vida a esa concentración de almas luchando por liberarse de ese cuerpo tan efímero y terrenal.Tomaron el camino que daba hacía el río. Al caminar poco a poco iba dejando ese sueño en el suelo y su mente iba logrando la lucidez necesaria para gritar a su rebaño, cuando alguno de ellos corriendo como desesperado intentaba fugarse, y salir corriendo detrás de el y adelantarse para atajar el camino nuevo y así no lo siguieran los demás. Ahora comprendía las palabras de su mamá, cuando lo regañaba por que seguía a sus amigos (esos vagos).

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